Biografía de Ricardo Tomillo.
"Los valores de mis padres siguen guiando mi vida"
Nací el 14 agosto de 1936 en Turón. Hablar de mi padre, Ángel Tomillo, en Turón es abrir una retahíla de recuerdos y de acontecimientos, todos ligados al pueblo. Con el apellido, con la actuación de mi padre, se llenan muchas páginas de nuestra historia local. Mi madre era totalmente lo opuesto a mi padre, todo un contraste de caracteres. Nombres como destinados el uno al otro: Ángel y Gloria. Ella, llena de dulzura hizo que la pareja fuera felicísima. Con ellos aprendí a ser sensible a los demás, a sus problemas, a apreciar y a respetar a la gente. Mi vida en familia fue una escuela de grandes valores. Muchos detalles de la educación que me dieron, junto a mi hermana, me sirvieron en la vida.
Mi vida escolar, la enseñanza primaria, fue en el Colegio de los Frailes, aunque los primeros años los pasé con un tío que era jesuita en Gijón. A su muerte, ingresé en los Hermanos de las Escuelas Cristianas. Nunca olvidaré esa época, así como los amigos de entonces cuyos recuerdos están por encima de todo, entre ellos destaco a Alberto el confitero, mi primer y mejor amigo.
De mi vida de niño y de adolescente guardo dos recuerdos entrañables. Uno lleno de nostalgia por aquel caballo de madera que me regaló con tanto cariño mi padre, carpintero de la Empresa Hulleras de Turón, en la que pasaría de ser pinche a jefe. El otro, una lección de vida que nunca olvidaré. Viendo mi actitud poco comprometida con los estudios mi padre me metió a trabajar incluso en la mina. La dureza del trabajo fue un argumento determinante.
Hice practicante por libre, hacíamos las clases en Figaredo, las prácticas en Oviedo, en el hospital provincial y luego los exámenes en la facultad de medicina de Salamanca. Estando en Salamanca, al tiempo de titularme, apareció una francesa por mi vida y me marché para Francia … a Perpignan, Toulouse, Bordeaux, Poitiers… Este episodio de mi vida causó una gran preocupación a mis padres. Echaba por tierra todos los sacrificios que habían hecho para que yo estudiara. Seguí allí un tiempo, transferí los estudios y me matriculé en la facultad de medicina, carrera que no llegué a terminar; un año en Bordeaux, 3 en París... En París coincidí con otro turonés, un gran amigo, Arturo Baquero. Pero al final volví al valle a trabajar. Luego vino lo de Torremolinos, estudios de turismo, dirección de hoteles, mis viajes de promoción y de guía, un feliz matrimonio, 2 hijos... y mis padres, orgullosos.
Hoy más que nunca creo en la amistad que es uno de los motores de mi vida. El recuerdo de mis padres, a través de los valores que me enseñaron me siguen guiando en todo momento, dando sentido a mi conciencia, a mi relación con los demás.
Mi vida escolar, la enseñanza primaria, fue en el Colegio de los Frailes, aunque los primeros años los pasé con un tío que era jesuita en Gijón. A su muerte, ingresé en los Hermanos de las Escuelas Cristianas. Nunca olvidaré esa época, así como los amigos de entonces cuyos recuerdos están por encima de todo, entre ellos destaco a Alberto el confitero, mi primer y mejor amigo.
De mi vida de niño y de adolescente guardo dos recuerdos entrañables. Uno lleno de nostalgia por aquel caballo de madera que me regaló con tanto cariño mi padre, carpintero de la Empresa Hulleras de Turón, en la que pasaría de ser pinche a jefe. El otro, una lección de vida que nunca olvidaré. Viendo mi actitud poco comprometida con los estudios mi padre me metió a trabajar incluso en la mina. La dureza del trabajo fue un argumento determinante.
Hice practicante por libre, hacíamos las clases en Figaredo, las prácticas en Oviedo, en el hospital provincial y luego los exámenes en la facultad de medicina de Salamanca. Estando en Salamanca, al tiempo de titularme, apareció una francesa por mi vida y me marché para Francia … a Perpignan, Toulouse, Bordeaux, Poitiers… Este episodio de mi vida causó una gran preocupación a mis padres. Echaba por tierra todos los sacrificios que habían hecho para que yo estudiara. Seguí allí un tiempo, transferí los estudios y me matriculé en la facultad de medicina, carrera que no llegué a terminar; un año en Bordeaux, 3 en París... En París coincidí con otro turonés, un gran amigo, Arturo Baquero. Pero al final volví al valle a trabajar. Luego vino lo de Torremolinos, estudios de turismo, dirección de hoteles, mis viajes de promoción y de guía, un feliz matrimonio, 2 hijos... y mis padres, orgullosos.
Hoy más que nunca creo en la amistad que es uno de los motores de mi vida. El recuerdo de mis padres, a través de los valores que me enseñaron me siguen guiando en todo momento, dando sentido a mi conciencia, a mi relación con los demás.
Mi hermana Feli Rosa
Autobiografía de Licinio
Ricardo Tomillo, octubre 2010
Autobiografía de Licinio
Ricardo Tomillo, octubre 2010