Pensando en Asturias

   
     El día declinaba. Un silencio apacible e infinitamente suave se extendía sobre el aire. El cielo, que había perdido su triunfante brillantez del día, estaba ahora azul pálido...Encendí un cigarrillo. Por encima de mi cabeza flotaba una nube blanca como la espuma, redonda como el seno de una mujer y una telaraña, delgada y ligera, agitada por el viento, se alzaba de la tierra hacia el cielo inaccesible. Durante un largo tiempo permanecí en la misma postura, recostado sobre la vieja palmera de la colina, en este rincón de mis recuerdos…

  Mi memoria revivía el pasado y en las reminiscencias fragmentarias de mi vida se entrelazaban, como un sutil velo azul, los recuerdos de mi infancia enmarcada de profundos colores, bañada en un indescriptible maravilloso sol de mediodía sobre un fondo de bellas montañas, de castaños en flor y de abedules….

  Todas las horas de mi vida durante las cuales disfruté de un corto reposo alejado del bullicio mundanal, todas aquellas excursiones solitarias a través de hermosos montes, todos aquellos momentos en que una inesperada y corta felicidad o un amor desapasionado me hacían olvidar el pasado y el futuro no los podría recordar de manera más deliciosa que comparándolos con el cuadro de tonos verdes de mi primera infancia… de mis queridos padres y de mi hermana, de nuestra casa, así como del pueblo y del paisaje donde crecí. La calle espaciosa y soleada de una sola hilera de casas donde vivíamos se me quedó grabada profundamente desde aquellos tiempos. Cuando pienso en esto, me parece que todo lo que de valioso he visto más tarde con mis ojos o poseído en mis manos, así como mi propio arte, valen muy poco en comparación con el esplendor de aquel lugar. Daría cualquier cosa por poder recordar mejor aquellos días, o que alguien me ayudara a hacerlo; pero, desgraciadamente, ya no tengo a nadie que me pueda contar cosas de mi vida, y mis recuerdos se entremezclan confusos. Cuantas veces he intentado recordarlos, otras tantas me ha dominado la tristeza de aquellos días olvidados…

  Entre mis visiones plateadas y aisladas recuerdo un paseo que me es especialmente valioso, porque contiene la imagen más antigua de mis padres. Una imagen que ha quedado grabada de una manera asombrosamente clara y fiel en mi memoria. Veo la figura alta y fuerte de mi padre que, de pie y con la cabeza echada para atrás, caminaba hacia una puesta de sol. Mi madre se apoyaba suavemente en él, mientras caminaban lentamente. Por entre las dos cabezas, casi juntas, brilla el sol purpúreo. Los contornos dorados de estas figuras se recortan vigorosamente dibujados; a ambos lados aparece un campo de trigo abundante y maduro. No sé cuál fue el día en que caminaba así detrás de mis padres, pero esta visión me ha quedado grabada de un modo indeleble y fresco. No conozco ningún cuadro viviente o pintado que en sus líneas o sus colores se me aparezca más hermoso y que me sea más querido que estas dos nobles figuras por el sendero entre espigas, caminando hacia ej fuego rojo del Sol, silenciosos y cubiertos con su brillo dorado, En innumerables sueños y noches de insomnio buscaban mis ojos esta visión, esta mi más querida joya, legado de una de mis horas más felices. Nunca he vuelto a ver ponerse ej Sol detrás de un mar de espigas, una puesta de sol tan roja, tan magnífica, tan llena de paz, tan llena de fulgor y de abundancia. Y si verdaderamente volviera a ver una puesta de sol como aquella, cualquiera que fuera el atardecer que esto ocurriera, y no viera a aquellos amados seres a cuya sombra caminaba, tendría forzosamente que cerrar los ojos dominado por la tristeza. 

  No me atrevo a hablar mucho de mis juegos infantiles. No hay nada más maravilloso e incomprensible, nada que nos parezca tan extraño y lejano y que olvidemos tan ineludiblemente como el alma del niño que juega, Debido a la esplendidez de mis padres no me faltaron nunca los juguetes: Poseía soldaditos, libros de láminas, juegos de construcción, caballos, columpios, coches… A pesar de ello, mi fantasía se entretenía con objetos menos cómodos y creaba caballos de taburetes, construía casas de mesas, pájaros de trozos de paño, y misteriosas cuevas con la pared, el biombo y las sábanas. Junto a ello había en los cuentos que me contaba mi madre una superabundancia de mundos y ambientes suficientes a llenar todos mis sueños. He escuchado y leído a escritores, narradores y comentaristas de fama mundial y siempre les he encontrado torpes y aburridos cuando los he comparado con las narraciones de mi madre. En el retablo tan rico de la vida del niño no hay cuadro más dulce y santificado que el de la madre que narra un cuento, en cuyas rodillas se reclina una cabeza con ojos llenos de profundo asombro. ¿En dónde obtienen las madres este arte poderoso y alegre, esta alma creadora, sus portentosas armas de narradora?. 

Al poco de aquel tiempo me empezó a apuntar el entendimiento y no hacía más que formularme preguntas, que al quedar en mí sin respuesta me producían un insufrible sentimiento de impotencia. En estas ansias de conocer, en este deseo de descifrar las causas de lo que me rodeaba, en esta nostalgia de alcanzar la armonía y el dominio está concentrada una época de la infancia, la cual suele olvidar el común de la gente. Mientras tanto crecía mi entendimiento y con el apoyo del saber recibido, con mis primeras enseñanzas y con mis primeras experiencias personales empecé a gozar lentamente de una silenciosa actividad propia. Todo esto constituye el acervo de recuerdos de mis primeros años… 

El Sol iba a su ocaso, estaba suspendido encima del bosque rojo y enorme, e inundaba todo el camino y las casas de sangrientos reflejos… Así fueron pasando horas de melancólico silencio. A veces el viento sacudía la vieja palmera que rumoreaba ligeramente, encorvándose hacia el suelo. En el cénit brillaban cada vez más ardientemente las estrellas, se adensaba la oscuridad y sobre el cielo se extendía ya la cortina de la niebla nocturna... 

Biografía de Ricardo Tomillo.

"Los valores de mis padres siguen guiando mi vida"

Nací el 14 agosto de 1936 en Turón. Hablar de mi padre, Ángel Tomillo, en Turón es abrir una retahíla de recuerdos y de acontecimientos, todos ligados al pueblo. Con el apellido, con la actuación de mi padre, se llenan muchas páginas de nuestra historia local. Mi madre era totalmente lo opuesto a mi padre, todo un contraste de caracteres. Nombres como destinados el uno al otro: Ángel y Gloria. Ella, llena de dulzura hizo que la pareja fuera felicísima. Con ellos aprendí a ser sensible a los demás, a sus problemas, a apreciar y a respetar a la gente. Mi vida en familia fue una escuela de grandes valores. Muchos detalles de la educación que me dieron, junto a mi hermana, me sirvieron en la vida.
Mi vida escolar, la enseñanza primaria, fue en el Colegio de los Frailes, aunque los primeros años los pasé con un tío que era jesuita en Gijón. A su muerte, ingresé en los Hermanos de las Escuelas Cristianas. Nunca olvidaré esa época, así como los amigos de entonces cuyos recuerdos están por encima de todo, entre ellos destaco a Alberto el confitero, mi primer y mejor amigo.


De mi vida de niño y de adolescente guardo dos recuerdos entrañables. Uno lleno de nostalgia por aquel caballo de madera que me regaló con tanto cariño mi padre, carpintero de la Empresa Hulleras de Turón, en la que pasaría de ser pinche a jefe. El otro, una lección de vida que nunca olvidaré. Viendo mi actitud poco comprometida con los estudios mi padre me metió a trabajar incluso en la mina. La dureza del trabajo fue un argumento determinante.

Hice practicante por libre, hacíamos las clases en Figaredo, las prácticas en Oviedo, en el hospital provincial y luego los exámenes en la facultad de medicina de Salamanca. Estando en Salamanca, al tiempo de titularme, apareció una francesa por mi vida y me marché para Francia … a Perpignan, Toulouse, Bordeaux, Poitiers… Este episodio de mi vida causó una gran preocupación a mis padres. Echaba por tierra todos los sacrificios que habían hecho para que yo estudiara. Seguí allí un tiempo, transferí los estudios y me matriculé en la facultad de medicina, carrera que no llegué a terminar; un año en Bordeaux, 3 en París... En París coincidí con otro turonés, un gran amigo, Arturo Baquero. Pero al final volví al valle a trabajar. Luego vino lo de Torremolinos, estudios de turismo, dirección de hoteles, mis viajes de promoción y de guía, un feliz matrimonio, 2 hijos... y mis padres, orgullosos.

Hoy más que nunca creo en la amistad que es uno de los motores de mi vida. El recuerdo de mis padres, a través de los valores que me enseñaron me siguen guiando en todo momento, dando sentido a mi conciencia, a mi relación con los demás.


Mi hermana Feli Rosa

Autobiografía de Licinio Ricardo Tomillo, octubre 2010








Con Alberto en Casa Zurrón


Con mi mujer Merche.  Mis hijos Ángel y Celeste




Paris  

Días de amistad y de bohemia








Si se tiene la fortuna de vivir de joven en Paris no importa donde se irá en los años posteriores...  ¡¡Paris es una fiesta para la vida!!



 Torremolinos



Cuando visité Torremolinos, por primera vez, me conquistó y decidí quedarme. Una acertada decisión, pues a pesar del cambio, lógico por el paso del tiempo, me sigue atrayendo. Fue en la primavera de 1964. Creía haber terminado mis estudios y Torremolinos me pareció el sitio ideal para mis vacaciones. Y allí me fui, ligero de equipaje pero pleno de ilusiones, a conocer el que tenía fama de ser el lugar de moda y más divertido de todas las Costas. Lo demás, fue sencillo: Me enamoró, me enamoré y decidí quedarme.  Me licencié en Turismo y, desde ese fascinante mundo, he contemplado todos sus cambios: Los esplendores de los años 70 con más de 200 lugares comunes entre Discotecas, Tablados Flamencos, Nigth Clubs y distintos lugares de diversión, su decadencia en la década siguiente, la lucha por conseguir su propia identidad como pueblo después de 64 años de anexión con Málaga, y su explosivo resurgir a finales del siglo pasado. Desde entonces hablar de Torremolinos sólo sería recordar y contar cosas….


En estos últimos años, sobre todo, ha tenido un cambio espectacular. Está cambiando día a día. Mucho más de lo que el más optimista podría haberse imaginado hace años. Y no sólo en el aspecto exterior con calles en perfecto asfalto, nuevas plazas con elegante iluminación y artísticas glorietas, zonas ajardinadas, magnificas playas con cientos de palmeras que forman oasis imaginarios a lo largo de un moderno paseo marítimo de 7 km, sino en algo que se va descubriendo día a día a través de las Delegaciones de Cultura y Fiestas, de Deportes, de Turismo, de Bienestar Social etc...  En definitiva, un Torremolinos que ha vuelto a ser el municipio turístico por excelencia, el lugar que, como señala la prestigiosa revista “Highlife” que distribuye en todos sus vuelos la compañía aérea “British Airways”, todos quisieran para vivir, señalándole como uno de los 50 sitios más auténticos del mundo. Por eso decía que hablar hoy aquí y presumir de él es fácil. Y como una imagen vale más que mil palabras aquí os dejo con estos vídeos: el Viejo y siempre añorado Torremolinos, pero también este Nuevo, elegante y moderno de Pedro Fernández Montes, verdadero hacedor de tan espectacular cambio.















BAILE RETRO: 

La magia y la sensualidad fueron el sello de identidad del esperado Campeonato de Europa de Baile en Torremolinos. Sus calles volvieron a llenarse de color y elegancia con la exhibición de las galas propias de este certamen. Ellas mostrando trajes de fiesta de la más variada concepción, y los caballeros exhibiendo chaquet o smoking. Un acontecimiento cultural que tiene su cuna en Torremolinos y que se ha convertido en un referente a las citas culturales de toda Europa. Su prestigio como acontecimiento cultural de 1º orden y a la vez como gran atracción turística internacional es, además, un extraordinario instrumento de promoción del municipio gracias, sobretodo, a la TV, Internet y las Redes Sociales, donde el campeonato tiene un gran protagonismo, de principio a fin, en una semana de ensueño.
El XXVI Campeonato de Europa de Baile vivió, en la noche del miércoles, otra mágica velada de arte, belleza y elegancia. Engalanado como un gran palacio de la Viena del Imperio de los Amsburgo, el Palacio de Torremolinos acogió a miles de personas deseosas de disfrutar con la ceremonia más emblemática de este prestigioso acontecimiento cultiral consolidado ya como el más importante, en su género, de toda Europa. Tras el desfuile de los Caballeros y Damas de la Corte, sus Majestades Imperiales recorrieron el Salón Central, precedidos por su Guardia Imperial para dirigirse al escenario presidido por el Escudo del Ayuntamiento de Torremolinos y su Equipo de Gobierno. Allí los esperaba en maestro de ceremonias “Francis” que dio la bienvenida oficial a Sus Majestades y, con la venia, se abrió oficialmente el Baile del EMPERADOR, momento en que las parejas de bailarines y público asistente procedieron a ejecutar el elegante y estético vals. Era la noche del Gran Baile del Emperador, la velada más emblemática del campeonato que volvería a marcar la impronta de calidad y prestigio del acontecimiento más glamuroso del ritmo en Europa. En definitiva, una semana de intensa competición, donde la magia de ese bellísimo arte de la interpretación del movimiento, cual es el baile, volvería a señalar a Torremolinos como la capital europea del ritmo.





Leyenda de la Mujer dormida

Según la leyenda mitológica grecorromana, recogida por Plutarco, Tingis (quie daría nombre a la ciudad de Tanger) era la esposa del gigante Anteo, hijo de Poseidón y Gea, y amante del semidios Hércules.
Los dos se veían en una gruta, situada a 14 Km al Oeste de Tanger, sobre el Atlántico: la Gruta de Hércules. De hecho aún hoy se puede visitar siendo una de las mayores atracciones turísticas. Cuenta la leyenda que fue aquí donde Onteo descubrió a su esposa en brazos de Hércules.
Después de una feroz lucha, cegados ambos por la rabia y los celos, Hércules mataría a Anteo y convertiría a su amante en piedra depositándola, para que durmiera el sueño eterno, sobre las últimas estribaciones de la Sierra del Rif, en una montaña de 850 m. sobre el nivel del mar. Una montaña que los árabes llaman “Yevel Musa” y los ceutís “La mujer muerta”.
Un apodo quizá demasiado fuerte porque, si la contemplas detenidamente, más bien parece dormida. Y si además de mirarla fijamente la escuchas podrás notar que respira, con un sonido lúgubre quizás provocado por las batidas del mar. Sólo desde Ceuta puede ser mirada así, como una bella durmiente que se extingue en el Estrecho de Gibraltar.
Se ve como un objeto deseado: bella, atractiva, misteriosa, coqueta e inaccesible. Porque, parafraseando a Julio Cesar, uno no puede evitar convertirse en lo que los demás ven en ti.
En definitiva, una montaña con apariencia de mujer dormida, o una mujer petrificada por los celos de Hércules, fue la causante de que este semidios griego, en un momento de rabia incontenible, tomara con una mano Gibraltar y con la otra el Monte Hacho para, con fuerza, separar los dos continentes de Africa y Europa, creando el Estrecho.










Recorrido histórico por Andalucía y Norte de Marruecos 






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