Leyenda de la Mujer dormida
Según la leyenda mitológica grecorromana, recogida por Plutarco, Tingis (quie daría nombre a la ciudad de Tanger) era la esposa del gigante Anteo, hijo de Poseidón y Gea, y amante del semidios Hércules.
Los dos se veían en una gruta, situada a 14 Km al Oeste de Tanger, sobre el Atlántico: la Gruta de Hércules. De hecho aún hoy se puede visitar siendo una de las mayores atracciones turísticas. Cuenta la leyenda que fue aquí donde Onteo descubrió a su esposa en brazos de Hércules.
Después de una feroz lucha, cegados ambos por la rabia y los celos, Hércules mataría a Anteo y convertiría a su amante en piedra depositándola, para que durmiera el sueño eterno, sobre las últimas estribaciones de la Sierra del Rif, en una montaña de 850 m. sobre el nivel del mar. Una montaña que los árabes llaman “Yevel Musa” y los ceutís “La mujer muerta”.
Un apodo quizá demasiado fuerte porque, si la contemplas detenidamente, más bien parece dormida. Y si además de mirarla fijamente la escuchas podrás notar que respira, con un sonido lúgubre quizás provocado por las batidas del mar. Sólo desde Ceuta puede ser mirada así, como una bella durmiente que se extingue en el Estrecho de Gibraltar.
Se ve como un objeto deseado: bella, atractiva, misteriosa, coqueta e inaccesible. Porque, parafraseando a Julio Cesar, uno no puede evitar convertirse en lo que los demás ven en ti.
En definitiva, una montaña con apariencia de mujer dormida, o una mujer petrificada por los celos de Hércules, fue la causante de que este semidios griego, en un momento de rabia incontenible, tomara con una mano Gibraltar y con la otra el Monte Hacho para, con fuerza, separar los dos continentes de Africa y Europa, creando el Estrecho.
Los dos se veían en una gruta, situada a 14 Km al Oeste de Tanger, sobre el Atlántico: la Gruta de Hércules. De hecho aún hoy se puede visitar siendo una de las mayores atracciones turísticas. Cuenta la leyenda que fue aquí donde Onteo descubrió a su esposa en brazos de Hércules.
Después de una feroz lucha, cegados ambos por la rabia y los celos, Hércules mataría a Anteo y convertiría a su amante en piedra depositándola, para que durmiera el sueño eterno, sobre las últimas estribaciones de la Sierra del Rif, en una montaña de 850 m. sobre el nivel del mar. Una montaña que los árabes llaman “Yevel Musa” y los ceutís “La mujer muerta”.
Un apodo quizá demasiado fuerte porque, si la contemplas detenidamente, más bien parece dormida. Y si además de mirarla fijamente la escuchas podrás notar que respira, con un sonido lúgubre quizás provocado por las batidas del mar. Sólo desde Ceuta puede ser mirada así, como una bella durmiente que se extingue en el Estrecho de Gibraltar.
Se ve como un objeto deseado: bella, atractiva, misteriosa, coqueta e inaccesible. Porque, parafraseando a Julio Cesar, uno no puede evitar convertirse en lo que los demás ven en ti.
En definitiva, una montaña con apariencia de mujer dormida, o una mujer petrificada por los celos de Hércules, fue la causante de que este semidios griego, en un momento de rabia incontenible, tomara con una mano Gibraltar y con la otra el Monte Hacho para, con fuerza, separar los dos continentes de Africa y Europa, creando el Estrecho.